El poder curativo de tu voz: 7 razones por las que todo el mundo debería cantar

 

Creo que todo aquel fisicamente capaz de producir sonido con sus cuerdas vocales puede y debería cantar todos los días. Sé lo que estás pensando, pero solo por un momento me gustaría pedirte que detengas tu escepticismo.

No quiero decir que todo el mundo debería ser un cantante profesional, ni siquiera que todas las voces sean agradables para los oídos. Lo que sugiero es que los seres humano han sido, de forma bastante literal, hechos para cantar.

Hace dos años, me vi envuelta en un accidente de coche y sufrí traumatismo craneal. Como resultado, era incapaz de cantar, tocar mis instrumentos o leer música. Incluso escuchar música me causaba dolor. Toda una vida en relación con la música y mi voz parecía haber llegado a su fin, y ser consciente de ello era devastador.

Mi recuperación fue a mejor cuando me di permiso a mí misma para intentar volver a cantar de nuevo. Al principio solo podía cantar unos instantes antes de estallar en lágrimas. Pero persistí, y conseguí cantar entre lágrimas. Finalmente, después de meses, las lágrimas se acabaron. Esto dio paso a cantar con otras personas y, finalmente, en volver a enseñar música.

Una parte de mí sabía que el proceso de redescubrir mi voz y ayudar a otros a descubrir la suya proporcionaría un avance en el proceso de curación, tanto física como emocional. Lo que no esperaba sacar a la luz es esta gran verdad: cuando nos permitimos el goce de la autoexpresión a través de nuestras voces, despiertan partes de nosotros que pueden haber estado dormidas o abandonadas toda la vida. Accedemos a una profunda sabiduría interior, y con esta sabiduría llega un poder de transformación.

He intentado entender exactamente por qué cantar tuvo un impacto tan grande en mi recuperación y cómo podría beneficiar a todo el mundo. Aquí tienes 7 razones por las que creo que deberíamos borrar el cuento que dice “no puedo cantar” y dejar que nuestras voces suenen!

Todo el mundo quiere cantar

¿A cuántos de nosotros nos han dicho alguna vez en nuestros años de formación que no podíamos o no deberíamos cantar en público porque tenemos una voz horrible? Me atrevería a decir que a la mayoría nos ha pasado, incluyéndome a mí misma. En consecuencia, nos avergonzamos de usar nuestras voces para expresarnos y para decir nuestra verdad.

La mayoría de adultos con los que trabajo tienen una historia traumática de su juventud en torno a sus voces y como resultado dejaron completamente de cantar. La razón de que estas experiencias sean tan dolorosas y duraderas es porque usar nuestra voz es algo instintivo, incluso primario. En lo más profundo, todos queremos cantar, ¡porque fuimos creados para hacerlo!

Cantar nos hace sentir bien

Podemos experimentar placer de las vibraciones sonoras cuando resuenan en nuestras bocas y cuerpos. Los niños lo saben y tienden a usar el sonido para explorar a un nivel sensorial antes de usarlo para la comunicación. Cuando cantamos se liberan endorfinas que ayudan a crear sensaciones positivas. Esto es especialmente cierto cuando cantamos con otras personas. Cantar en grupo también induce la producción de oxitocina (la hormona afectiva). Esto puede reducir el stress, la ansiedad, e incrementar las sensaciones de confianza y bienestar.

Como resultado de mi lesión, a menudo me enfrento a dolores de cabeza crónicos, y cuando canto el dolor se reduce significativamente. Un estudio publicado en 2004 en The Journal of Music Therapy confirma que cantar ayuda a las personas a enfrentarse al dolor crónico.

Es bueno para nuestra salud

Cantar se considera una actividad aeróbica por la cantidad de oxígeno que se envía al cerebro. Muchos de mis alumnos de canto relatan sensaciones de vigorización, euforia o incluso felicidad después de las clases. Yo atribuyo esas sensaciones, en parte, a la respiración profunda que exige el canto. Nuestra respiración tiene un inmenso poder restaurador, puede reducir el stress e incluso llevarnos a un estado meditativo. Sobre todo, cantar disminuye los niveles de cortisol (la hormona del stress), lo que nos permite producir más anticuerpos que potencian nuestro sistema inmunológico.

También hay beneficios para la salud emocional. Lo vemos en el instinto materno de tranquilizar a su bebé con una canción y en la tradición de las canciones de cuna para dormir a los niños. Cantar canciones tristes cuando nos sentimos así, y alegres cuando estamos felices tiene un impacto positivo en nuestro estado de ánimo.

A nuestros cerebros les encanta.

Cantar se usa para tratar problemas neurológicos como tartamudez, Parkinson, lesiones cerebrales adquiridas, e incluso autismo. Puede establecer rutas neuronales alternativas que mejoran la neuroplasticidad global del cerebro. Tocar música, en general, ha demostrado tener efectos globales en el cerebro como incremento de la función cognitiva, incremento de la memoria, mayor capacidad para resolver problemas y realizar funciones.

Es irrelevante cómo suene.

La mejor parte es que podemos ver los beneficios de cantar sin importar cómo suenan nuestras voces. Stacy Horn, autora de Imperfect Harmony: Finding Happiness Singing With Others, cita un estudio realizado en 2005 que dice que las personas pueden experimentar las mismas sensaciones de placer incluso cuando el sonido que se produce es de “calidad mediocre”.

¿No lo crees? Mira este vídeo en YouTube de una joven sorda cantando. Ella advierte que no sabe si es una buena cantante o no, pero no le importa porque lo hace solo por diversión. Cuando la veo, está claro que cantar tiene que ver con sentir, no con oír. El acto de cantar en sí mismo es lo que nos hace sentir bien, no cómo suenan nuestras voces.

Cantar nos hace mejores personas

Podemos lograr un mayor conocimiento personal además de los beneficios emocionales y psicológicos de cantar. Cuando cantamos, hay una cierta vulnerabilidad. Esta vulnerabilidad nos permite aprender mucho de nosotros mismos, lo que nos motiva, de qué somos capaces y qué deseamos realmente. En su artículo de 1996 para la American Music Therapy Association, la doctora Diane Austin escribió que C.G. Jung creía que “nos convertimos en nosotros mismos a través… (de participar) en actos creativos múltiples”.

Me atrevería a decir que a través del acto creativo de cantar encontramos nuestro verdadero yo. En esencia, cantar con regularidad puede ponernos cara a cara con quien de verdad somos y con nuestra finalidad principal.

Cantar nos ayuda a hacer un mundo mejor

Cuando entendemos quiénes somos en el fondo y qué cualidades únicas poseemos, dejamos de compararnos con los demás. El miedo que nos impulsa a luchar, a acumular, y a oprimir, se transmuta en energía luminosa, la de la compasión, la generosidad y el amor. Sí, amor. Empezamos a decir nuestra verdad. Nos inspira a vivir nuestras vidas de una manera que refleja la sabiduría que hemos ganado. Nuestra recién descubierta creatividad nos permite ver las soluciones que no estábamos abiertos a ver. Este cambio positivo tiene un efecto de onda que empieza en nuestras vidas y se extiende a nuestros amigos y familias, nuestras escuelas y comunidades y eventualmente en el mundo en su globalidad.

Se ha sugerido que cantar en grupo puede resultar en un fenómeno llamado entrainment. Los pulsos de los cantantes se sincronizan en una frecuencia de latido colectivo. De la misma manera, ser firmemente quienes somos revela que somos parte de un sistema mayor, el corazón de la humanidad.

 Además de ayudarme a recobrarme de una lesión muy grave, cantar me ha inspirado a empezar a vivir mi vida como una música con el poder de mejorar el mundo. Una forma en que hago esto es siendo mentor de músicos de toda clase. Usamos la voz humana para explorar tu intuición y dones creativos para que tus mejores creaciones salgan a la luz. Para saber más de este servicio, visita www.scatherjoy.com/mentorship.

¿De qué forma el canto y la expresión personal han tenido un impacto en tu vida o en la de quienes te rodean? Me encantaría leer tus experiencias en la sección de comentarios.

[Foto de Maya Rogers por Emily Sexton de Tattoos & Satellites.]